Antonio Caló, secretario general de la Unión Obrera Metalúrgica (UOM) analiza el contexto político en torno al pago del FMI. Escuchá la entrevista con Tomás Méndez.

El pago de la deuda con el FMI que contrajo el gobierno de Mauricio Macri es hoy el tema político más definitorio del futuro del país a corto, mediano y largo plazo.

En la otra vereda de las especulaciones políticas, el sector trabajador y el sector empresarial parecen manifestar posturas unánimes: no hay posibilidad de no pagar la deuda. En otras palabras, no hay lugar para un segundo default en poco más de 20 años.

“Yo vengo de la época del 2001 con el default y así nos fue. Estábamos quebrados, no podíamos trabajar. La UOM quedó con 60 mil trabajadores, ahora tengo 220 mil”, expresa con mucha preocupación Caló, y remata: “Al 2001 no lo quiere vivir nadie acá. El que vivió, no lo quiere volver a vivir”.

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Las consecuencias del default de principios de siglo resultaron devastadoras para la matriz productiva y social del país. La política parece ser el único sector de la sociedad que no registró eso.

“Hay que arreglar con el FMI para que haya más trabajo, más producción, más inclusión. Es una responsabilidad de los dirigentes gremiales”, afirma el secretario general de la UOM.

En el mismo sentido, la CGT ha ratificado el apoyo al acuerdo con el Fondo Monetario Internacional.

El sector productivo parece haber encontrado consenso en la decisión de acompañar el pago de la deuda, no porque esto sea bueno per se, sino porque están convencidos de las que consecuencias de no hacerlo son mucho peores.

Acá hay una clara diferenciación con el sector político, al cual tanto representantes de los trabajadores como del sector empresarial exigen estar a la altura de las circunstancias.

“Creo que en estos momentos hay que dejar los problemas políticos internos y hay que pensar en el país.”, pide Caló.