Algo está muy mal si los salarios de los trabajadores ya no superan el monto mínimo que necesita una familia para subsistir. Porque eso significa que, para muchos trabajadores formales, con lo que ganan no les alcanza para salir de pobres. En esta nota te comparto las últimas mediciones del Indec y un panorama de lo que se puede venir si el gobierno no reacciona a tiempo

Yo sé que la pandemia pegó muy fuerte y en el momento menos esperado. Yo sé que agarraron un país en llamas, con todos los números en emergencia y con un agotamiento total de la población. También sé que encima nos dejaron endeudados e hipotecados por generaciones, y que eso te reduce enormemente el margen de maniobra y todo se tiene que discutir una y otra vez. Y además sé que del otro lado hay una oposición salvaje, con todo el poder real encolumnado, y con una capacidad de hacer daño que nunca se había visto. Eso lo sé.

Lo que también sé es que las soluciones no llegan, y entonces no se puede seguir por el mismo camino.

Sé también que hoy en Argentina, tener un trabajo, aún si es un trabajo en blanco, no es sinónimo de ser al menos de clase media.

Sé que la pobreza que se padecía al inicio de la democracia -con Alfonsín prometiendo que con la democracia se come, se cura y se educa- podía ser superada con el trabajo, como política motora para sacar a la gente de esa situación y darle dignidad.

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Por eso ahora me quedo sin respuestas, cuando veo las cifras de los ingresos promedios de los trabajadores en Argentina. Hay algo muy grave que está fallando.

DESIGUALDAD, SÍ; PERO HAY ALGO PEOR

Hoy recorrí un interesante informe que publica el diario Popular, que toma datos del Indec para concluir que las mujeres ganan 25% menos que los hombres.

Un acertado título, sin dudas, que marca las injusticias y desigualdades que seguimos viviendo en Argentina en pleno siglo 21. 

Pero cuando te metés un poco más en esa misma nota, que te la recomiendo, la sorpresa llega cuando lees que, según el informe del INDEC, "en el primer trimestre del año los varones tuvieron un ingreso promedio de $48.570, mientras que el correspondiente a las mujeres fue de sólo $36.123". 

El que escribió el informe se fijó en el 25% de diferencia que hay entre unos y otras. Sin dudas es un dato fuerte. Pero yo no puedo dejar de fijarme en lo que ganan ambos: cifras marcadamente por debajo de la línea de pobreza.

¿Se entiende la idea, no? Promedio de sueldos de trabajadores formales, que pese a estar en blanco, con todas las formalidades de contratación, con convenios vigentes, amparados bajo la Ley de Contrato de Trabajo, están por debajo, me corrijo: muy por debajo, de la misma línea que traza el Indec para dividir a los pobres de los que no lo son: 56.459 pesos.

Y ahí te das cuenta que, si bien la desigualdad entre los ingresos de los hombres y las mujeres es una terrible injusticia que debería ser resuelta ya mismo, porque no hay razones ni fundamentos para que unas cobren menos que otros, la mayor injusticia pasa por otro lado. 

La mayor injusticia es que un laburante no pueda mantener a su familia con lo que gana. Ahí está el verdadero escándalo, sin quitarle importancia a lo otro, ¿no?

NO MUEVEN LA AGUJA

Entonces miramos para atrás e intentamos buscar cuáles han sido las políticas implementadas justamente para evitar esto: que haya trabajadores pobres. 

¿Y cuáles son esas políticas? A ver, ayudame porque realmente no las encuentro. Y si las llegara a encontrar, debo llegar a la conclusión de que no mueven la aguja, porque los números son categóricos. 

Y te agrego algo más. Esos terribles números que nos da el Indec, son en realidad el salario promedio. ¿Leíste bien? Promedio. No hace falta que te lo explique, pero eso singifica que hay una gran cantidad de gente por debajo de esa cifra, que ya es de pobreza, y que se la tiene que arreglar con bastante menos.

Entonces desde el gobierno o desde la militancia me van a responder: "Ah, pero con Macri..." y yo les voy a dar la razón. Más vale que con Macri las cosas eran horribles, y lo peor es que se habían cambiado las reglas sociales, para que todos nos manejáramos con la ley de la selva, en la que sólo se salvan los más fuertes. Eso lo sabemos todos, y por algo Macri y la derecha tuvieron que dejar el gobierno en primera vuelta. 

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Pero convengamos que eso no puede ser la respuesta ante cada situación. Porque yo y muchos argentinos aspiramos a un poco más. 

Porque de nada nos sirve imaginarnos cómo hubiera sido la gestión de la pandemia con la Derecha en Casa Rosada, o cómo hubiera sido enfrentar el Covid sin un Ministerio de Salud.

Y porque si la única respuesta va a ser comparar con un gobierno horrible y delincuente, van a pasar dos cosas: primero, vamos a terminar en una discusión contrafáctica a ver cuál de los dos es peor; y segundo, con lo astuta que es la derecha, mientras nos distraemos con esa boludez, van a volver a surgir, disfrazados detrás de otro candidato de ojos azules y buenos modales, y mucha gente volverá a depositarles su voto.