Un estudio de CELAG relevó precios de una canasta de medicamentos en once capitales latinoamericanas. Y cruzó esos valores con los salarios promedios que se pagan en cada país. Resultado: Argentina quedó en el último puesto. Pero antes la situación no era así. ¿Cómo llegamos a ese punto? Vas a tener que leer hasta el final de este informe.

"No es que los salarios sean bajos. El problema es que los precios son altos". "Los precios nos parecen altos, pero en realidad es porque acá se gana poco".

Cualquiera de las dos variantes podría tal vez utilizarse para entender el problema actual del bolsillo de los argentinos. En la mayoría de los rubros se da así; y de hecho, cuando comparamos en dólares lo que se paga por ciertos productos en nuestro país, nos damos cuenta que seguimos siendo relativamente baratos.

Pero con una gran excepción: los medicamentos.

Esa es parte de la conclusión a la cual llega un interesante trabajo difundido por el Centro Estratégico Latinoamericano de Geopolítica (CELAG), que pone en evidencia que, en Argentina, en materia de medicamentos, estaríamos padeciendo algo similar a una tormenta perfecta: salarios bajos y precios entre los más altos.

A esta conclusión llega el trabajo de investigación firmado por los economistas Guillermo Oglietti y Gerardo Gómez Santiago. El estudio se titula "Informe sobre los precios de medicamentos en América Latina", y trabajó básicamente haciendo un barrido de precios de una canasta de seis medicamentos básicos: amoxicilina, paracetamol, losartán, levotiroxina e insulina.

Los valores de venta al público fueron relevados en Argentina, Bolivia, Brasil, Colombia, Chile, Ecuador, Paraguay, Perú, Uruguay, México y Panamá.

Y como segundo insumo de la investigación, se relevó el valor del salario mínimo vital y móvil en los mismos países.

Luego, a los efectos de comparar la situación, se estableció algo así como una "canasta de medicamentos" y se calculó cuántas horas de trabajo le insumía a un trabajador de cada uno de estos países para poder cubrir el costo de esa canasta.

El resultado no te va a gustar: los dos países en peor situación de acceso a los medicamentos son Argentina y México.

En ambos países, un empleado debe trabajar 12.1 horas, o sea, más de una jornada laboral y media para poder cubrirla. Contrasta, por ejemplo, con Bolivia, donde a un trabajador le alcanza con 5,3 horas, o sea, bastante menos de un jornal.

"En Argentina, el 51 % del bajo poder adquisitivo se explica por los precios altos, y el restante 49% por el salario bajo. El país debe atender los dos frentes para mejorar su bajo poder adquisitivo de medicamentos", señala el informe, que ubica a Argentina en el peor de los escenarios.

"La situación de Argentina es llamativa, y encontramos que es consecuencia de que no hay una regulación de precios", nos explicaba Gerardo Gómez Santiago, uno de los autores del informe, al ser contactado por ADNweb.

Lo paradójico es que nuestro país, "dentro de Latinoamérica es uno de los que más cantidad de laboratorios tiene, y son muy importantes. Es uno de los países con más avance y más tecnología, y podría entonces proveer medicamentos a menores precios". Pero el autor del informe entiende que, "al no estar regulado el sector en absoluto en lo que hace a precios, se termina cayendo en una dinámica de oferta y demanda, en la que los que resultan ganadores son siempre los laboratorios".

CÓMO SE LLEGÓ A ESTO

El informe de CELAG tiene la virtud de plantear una instantánea de la situación en los países de Latinoamérica y traza algo parecido a una radiografía, un estado de situación HOY.

Pero eso no nos debe impedir analizar un poco más allá y ver cómo fue que Argentina llegó a esta situación que hoy la pone en el sitial de los más desfavorecidos del continente.

Y la explicación, inevitablemente, debemos buscarla en lo que sucedió entre diciembre de 2015 y diciembre de 2019.

En ese lapso, durante el gobierno de la derecha en Argentina, el dólar pasó de 9,85 a 62,99. La inflación acumulada fue de 275%. El salario sólo logró morder una parte de esa inflación, creciendo apenas 178% en términos nominales. Eso implicó una caída real del 36% de los sueldos, que es del 42% si se la compara contra el dólar.

Pero en ese mismo lapso, es decir, durante el gobierno de la derecha (que no se caracterizó demasiado por proteger a la ciudadanía sino a las corporaciones), los precios de los medicamentos treparon un vertiginoso 420%. Esto implica que la suba en el precio de los remedios estuvo 53% por encima de la inflación general (que ya fue una cifra bestial). Sólo en 2019 creció un 94%. Imaginate.

Entonces repasemos qué tuvimos durante el gobierno de Macri: 

- Caída de 36% en los salarios, comparados con la inflación

- Suba de 53% de los medicamentos, también comparados con la inflación.

Ya a esta altura los números se nos empiezan a cruzar. Pero es inevitable observar cómo las dos variables fueron exactamente en la dirección opuesta a la que cualquier gobernante sensato hubiera intentado.

Esto nos lleva a concluir que, aunque el país haya estado atravesando una gran crisis, el sector de las grandes farmacéuticas ni se enteró. Todo lo contrario. Es un sector que nunca pierde y siempre se las arregla para disfrutar de un negocio altamente fructífero, probablemente fruto de su poder de fuego. Discreto, pero letal (y si no me creés, recordá lo que pasó con Illia cuando intentó regularlos).

Alberto Roemmers, Hugo Sigman, Sebastián Bagó, y Lilia Sielecki figuran entre los 20 primeros multimillonarios de la Argentina en el ranking de Forbes, enriquecidos en un país donde los productos que fabrican son cada vez más inaccesibles para la población.

Al punto de habernos situado en el escalón más desastroso del continente.

Para cerrar este informe te quiero dejar una buena: es un problema grave, pero tiene cura.

Eso sí, no creo que haya que seguir buscándola en las farmacias.