En nuestro país, el puñado de grandes empresas que produce alimentos e insumos básicos se resiste a dejar de especular con los precios que corren muy por encima de la inflación y no quieren ser controlados. Los medios hegemónicos y los políticos de la derecha amenazan con el fantasma del desabastecimiento. Pero esta situación no es única de nuestra sociedad. Incluso en las principales potencias mundiales hay preocupación por el faltante de alimentos, combustibles y otros objetos de consumo.