Durante los últimos días el país fue sacudido por tres crímenes. Primero fue Roberto Sabo, el kiosquero de la Matanza. Luego fue Lucas González, el jóven asesinado a manos de policías de CABA. Y en las horas pasadas supimos de Alejandro Martínez, a quien la Policía de la Provincia de Buenos Aires detuvo y luego asesinó en una celda. Esta espeluznante escalada de violencia no es casual y guarda estrecha relación con los discursos de "mano dura" que la derecha de la política argentina se encargó de instalar durante la campaña electoral. Ahora está más que claro que el discurso del odio y de la violencia no es gratuito. ¿Qué pensaban los políticos que iba a pasar? Mirá la editorial de Tomás Méndez.