Por el pánico del coronavirus, la clase media y alta argentinas se agolpan en los supermercados para acumular mucho más de lo que pueden consumir.

El abastecimiento está asegurado. Las condiciones para que en nuestro país haya una caída en la oferta de alimentos y bienes básicos están todavía muy lejos.

Aparte del miedo natural, que ya se intentó erradicar a través de la información, no hay razones para hacer acopio de mercaderías.

No es algo que ocurra sólo en Argentina, sino en todo el mundo. Angela Merkel, la canciller alemana, también advirtió de estas prácticas y las desalentó enfáticamente en su anunció de medidas. Al final del día, dice Merkel, todo lo que muestra es una falta de solidaridad.

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El razonamiento es sencillo y a prueba de balas: si compro más de lo que puedo consumir, hay alguien que deja de poder comprar.

Según el dueño de Marolio, Juan Fera, no hay desabastecimiento, pero las entregas se dilatan por una cuestión logística: nadie está preparado para reponer con tanta rapidez como el pánico manda a acumular.

“Es preocupante la situación por la psicosis que se genera. Entiendo que la gente tiene miedo de que nos vamos a quedar sin mercadería, pero abastecimiento hay”, Juan Fera.

Esto significa que en la cadena de reposición va a haber productos que falten en las góndolas por el tiempo que se demore en reponer el stock. Aquí la ventaja es a favor de los que tienen más medios y pueden comprar en cualquier momento.

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Lo más desfavorecidos, entre ellos quienes harán uso de la tarjeta ALIMENTAR, siempre vendrán al último. Como ya lo sabemos, finalmente el egoísmo es más nocivo que el virus.