En relación a la cantidad de habitantes, Chile es el país más afectado de la región conosur. Ya hay 1.610 casos de contagios positivos confirmados y 5 fallecimientos por el virus. El gobierno se niega a adoptar medidas sanitarias y favorece con créditos a las corporaciones empresarias. Mirá la entrevista y editorial de Tomás Méndez.

Situación en Chile

Recién ayer, 7 de las 52 comunas que tiene el área metropolitana de Chile se sometieron al aislamiento obligatorio. La medida tendrá vigencia por una semana y alcanza a 1.300.000 habitantes.

Según Leonel Pobrete, periodista argentino residiendo en Chile, otros alcaldes están presionando al gobierno nacional para que aplique las mismas políticas.

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El contexto político chileno ya se encontraba muy resentido por los fuertes conflictos sociales que estallaron el 18 de octubre del año pasado. Los reclamos de una gran mayoría de la sociedad chilena llevaron a durísimas represiones de la policía y las fuerza armadas por órdenes del presidente del país, Sebastián Piñera.

Por la crisis, la Casa de la Moneda emitió un paquete de medidas por 12 mil millones de dólares, lo que significa aproximadamente el 4% del PBI de Chile. Sin embargo, ese dinero estará destinado a subsidiar a las grandes empresas en mayor medida.

“Las autoridades aquí van al todo en nada en cuanto a defender el sistema económico neoliberal”, Leonel Pobrete.

Además, desde la Dirección del Trabajo se eximió a las empresas de la obligación de pagar los sueldos de los trabajadores en el marco de la cuarentena. Lo mismo se intentó llevar a cabo en Brasil mediante un decreto presidencial que fue finalmente eliminado.

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Desidia estatal

A pesar de que los resultados de la crisis están a la vista en países como Italia o España, el gobierno chileno soslaya la gravedad de la situación.

El inútil debate pretende poner en la balanza a la producción económica y el cuidado de la salud. Para estos gobiernos, las consecuencias económicas de aplicar medidas de aislamiento que frenen el consumo y la producción resultarían mucho más graves que las de dejar que el virus actúe de acuerdo a su naturaleza.

Ese abordaje está errado desde su raíz desde el momento en que se pondera la economía sobre la salud. Por otro lado, la recesión económica es inevitable en cuanto la también inevitable crisis sanitaria hará por sí misma lo que estos gobiernos no quieren hacer: frenar todo.

La diferencia estará en que entonces los daños serán mucho mayores porque el tiempo de recuperación depende de la cantidad de afectados y, fundamentalmente, porque se habrán perdido vidas.

Este es el caso de Francia o Estados Unidos, por ejemplo, que se vieron obligados a tomar cartas en el asunto cuando la crisis ya tocaba la puerta.

El resultado es que hoy Estados Unidos es el país con más cantidad de infectados en el mundo con 92.932 personas contagiadas; Francia es el séptimo país con 29.591.

Aquí en Sudamérica es el caso de Brasil y de Chile. Esto resulta todavía más increíble porque ninguno de los países latinoamericanos dispone de los recursos de aquellos países del primer mundo para hacer frente a una crisis semejante.

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Ambos, Estados Unidos y Francia, anunciaron impresionantes medidas reparadoras, ya no preventivas, que representan altísimos costos económicos. Han comprometido varios puntos de su PBI. Ellos pueden hacerlo, Chile y Brasil no.

Así las cosas, sus representantes los están abandonando a la suerte.