Comunidades científicas de todas partes del mundo insisten en los daños para la salud provocados por la aplicación de agroquímicos en los cultivos intensivos. Proporcionalmente a la cantidad de habitantes, Argentina es el mayor consumidor de glifosato del mundo.

La ciencia argentina alerta

Damián Marino es licenciado en química orgánica y doctor en ciencias exactas. Trabaja como investigador adjunto en el CONICET y está especializado en el estudio de la contaminación ambiental. Ha publicado numerosos artículos e investigaciones acerca de la contaminación con el uso de agroquímicos, en particular el glifosato.

Parte de su tarea como científico consiste en difundir y es por eso que en sus cuentas de redes sociales está permanentemente explicando los problemas de salud relacionados a la fumigación con glifosato. Esta concientización es de capital importancia cuando estamos hablando del país con mayor consumo de glifosato por habitante del mundo, superando en mucho, por ejemplo, a otros países europeos.

Nuestro país ha producido una gran cantidad de investigaciones que poco a poco comienzan a tomar estado público, abriéndose paso a través del blindaje mediático de un gran negocio. No obstante, hasta ahora no se condice con un avance en regulaciones o medidas por parte del estado que contribuyan a aportar soluciones. 

“Venimos de 25 años de un modelo de producción de base química. La única solución ha sido más químicos y mezclados”, Damián Marino.

En este sentido, Marino ve con esperanzas la reciente formación de la Dirección de Agroecología por parte del Ministerio de Agricultura. Según el científico, la única solución al problema viene de la mano de políticas de estado.

Mirá la entrevista:

El CONICET ha llevado a cabo investigaciones en donde se demuestra la presencia del agrotóxico en agua de lluvia en grandes ciudades como La Plata. Otras investigaciones han detectado derivados del glifosato en gasas, tampones femeninos y algodón. Marino es categórico en resaltar el carácter científico de esta información.

“El glifosato convive con nosotros en la medida en que se usan más de 300 millones de kilos de formulado por año”, Damián Marino.

Actualmente, los relevamientos de datos más importantes están impulsados por pequeñas comunidades directamente afectadas, pero deber ser el estado el que retome esa iniciativa.

La ciencia del mundo alerta

Nuestro país es un caso de estudio en el mundo, pero la razón no debería ser motivo de orgullo. Distintos países llegan a la Argentina para registrar el impacto del uso indiscriminado y abusivo del agroquímico tanto en la salud de las comunidades, como la presencia de los derivados del mismo en el ambiente.

Por ejemplo, en un reciente documental de un programa de televisión italiana, se muestra que el agua que beben las familias argentinas cercanas a la fumigación contiene cantidades de derivados del glifosato 220 veces mayores a las del agua que se bebe en Italia.

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Mirá un resumen del documental: