Una resolución de la IGJ logró encontrar la trampa que escondían los reglamentos de esta aristocrática institución, que a lo largo de toda su historia jamás aceptó asociar a una mujer. En 30 días podrían ingresar las primeras socias.

"Miren, señores funcionarios. A nosotros nos encantaría tener una comisión directiva con equidad de género en nuestra institución; pero es que no tenemos ninguna socia mujer con 10 años de antigüedad, como demanda nuestro reglamento".

Algo así fue el ingenuo planteo que llevaron a la Inspección General de Justicia las máximas autoridades del legendario Jockey Club. Al menos en ese tenor era la presentación firmada por Juan Villar Urquiza y Roberto Hornos, presidente y secretario de esa asociación civil, cuando cándidamente le pidieron al organismo encargado de controlar a todas las asociaciones civiles del país que hicieran una excepción y les validaran lo decido en su asamblea general ordinaria del 5 de mayo último.

"Si no tenemos mujeres entre nuestros más de 6 mil socios, ergo, no podemos tener dirigentes mujeres en la Comisión", habrán considerado que era un argumento contundente para que la IGJ les estampara la firma y les dejara de romper...

¿Y sabés qué? ¡Acertaron! Porque luego de que el organismo público analizara el estatuto y el padrón de asociados, y efectivamente verificara que no había ninguna fémina entre los socios, terminó concluyendo que "la excepción solicitada resulta admisible".

Parecían buenas noticias lo que leían cómodamente en el despacho mayor de la mansión de Avenida Alvear don Villar Urquiza y don Roberto Hornos. "En efecto -reza la resolución, toda vez que para integrar la comisión directiva sólo se requiere tener diez años de antigüedad como socio, y que la institución indicó que no existe ninguna mujer que revista el carácter de socia activa, surge una imposibilidad real de cumplir con una composición paritaria del órgano de administración", leían victoriosos.

No se imaginaban la puerta que esa resolución acababa de abrir dentro de la institución fundada el 15 de abril de 1882 por el después presidente, Carlos Pellegrini, y un grupo de "caballeros representativos de la actividad política y económica del país", según rezaban las crónicas de aquella época.

ABRIR EL CERROJO

El problema fue que la resolución de la IGJ no se conformó con acceder simplemente a un pedido que no tenía chances de negar, sino que avanzó para indagar por qué razón era que una institución con 140 años de historia jamás hubiera tenido como socia a una mujer, pese a que sus estatutos aparentemente no lo prohibían.

El texto que lleva la firma del director de la IGJ, Ricardo Nissen, se toma el trabajo de ir más allá, y analiza una serie de notas periodísticas donde se pone de resalto esta situación. Cita artículos de Clarín, de La Nación, de El País, de Perfil, y hasta un informe de la BBC. En todos ellos se relata que el Jockey Club, junto con el Círculo de Armas y el Club Universitario de Buenos Aires, el CUBA, eran las únicas instituciones que no permitían que las mujeres se convirtieran en socias. A lo sumo podrán ser "adherentes". Pero no mucho más.

En el caso del Jockey llega hasta el absurdo de que se les tiene vedado el acceso al coqueto edificio de la Avenida Alvear 1345, donde funciona su sede.

La pregunta surgía sola, luego de que las autoridades de la centenaria institución aseguraran que no había ninguna disposición que impidiera que las chicas pudieran asociarse.

Para demostrarlo, presentaron los Estatutos, donde se detallaban los requisitos de adhesión. Entre ellos, se establece que el ingreso de un aspirante será puesto a consideración de la Asamblea General, salvo en el caso de que se trate de hijos, nietos, hermanos, sobrinos o yernos de otros socios con más de cinco años de antigüedad.

¿DIJO YERNOS?

Y fue ahí donde pareció haber asomado la clave de todo lo que viene sucediendo desde hace 14 décadas en el Jockey Club. En el artículo 23 del Estatuto se habla de hijos, sobrinos, yernos, hermanos y nietos de socios, como condición para poder ingresar. En una primera lectura, el uso del masculino no sería otra cosa que la forma genérica del castellano para comprender ambos géneros. Pero a los muchachos se les escapa una palabrita... "yernos", que claramente es un masculino, y bien específico.

Si dice yernos, que es masculino, entonces todas las otras expresiones de parentesco también lo son”, es el pensamiento que subyace en el análisis sobre el que se apoya la resolución. "Cuando habla de la incorporación de socios, se refiere a los yernos, lo que haría presumir que cuando habla de socios, hijos, sobrinos y nietos, no lo hace en forma genérica sino que se refiere al sexo masculino", dice el texto. TUKI.

Nissen concluye que el Jockey Club "consolidó, a lo largo de su historia, determinados patrones socioculturales que funcionarios y aún funcionan como mecanismos implícitos de restricción de acceso de las mujeres al órgano de gobierno de la entidad".

El problema es que no se trata "sólo" de usos y costumbres. El problema es que esa situación, según la IGJ, "se encuentra claramente en pugna con el precepto cardinal" del Código Civil y Comercial "cuando establece el objeto de las asociaciones civiles", que "no deben ser contrarios al interés general y al bien común".

La resolución se toma varias páginas en citar las normativas nacionales y supranacionales que se estarían vulnerando. Además de largo, sería un plomo citarlas a todas. Preferimos evitarte un párrafo de ese calibre. Basta con que nos demos cuenta de que va en contra del más elemental sentido común.

BASTA DE MACHOTES

¿Qué se resolvió entonces? Bueno, por un lado, como te decía, le aceptaron al Jockey que conforme una Comisión Directiva sólo compuesta por hombres. No hay otra alternativa.

Pero a párrafo siguiente, piden a las autoridades del Jockey que se abstengan de realizar prácticas que impliquen "una restricción del acceso de mujeres a la condición de asociadas a la institución".

A 140 años de su fundación, obligan al Jockey Club a aceptar mujeres

Por eso también le dan un plazo de 30 días para que reglamenten detalladamente "el mecanismo de presentación de solicitudes de afiliación y el tratamiento de las mismas", para que las personas interesadas puedan iniciar el trámite "independientemente de su género o condición sexual". Le exigen también que publiquen ese reglamento en la página web de la institución.

Y además, como para que nadie se pueda hacer el distraído, les obligan a publicar en la misma web y durante 180 días, esta resolución de la IGJ, la cual, si surte el efecto deseado, logrará que por primera vez en más de 140 años, una mujer pueda decir que es socia del Jockey Club.

¿Lo lograrán?