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En el acto del 25 de Mayo en Córdoba, la iglesia se expresó sobre los alimentos acopiados en galpones. Hoy el juez federal Casanello ordenó al ministerio de Capital Humano que informe la cantidad de productos stockeados en el plazo de 72 hs con la intención de establecer “de inmediato” un plan de distribución.

Ignacio Blanco, sacerdote de la Parroquia Santa María en la Diócesis de Quilmes conversó con Tomás Méndez sobre el mensaje de la iglesia a los políticos. Esto decía: 

“Me pareció necesaria  la palabra de la iglesia ante tanta perversión. Pensar en estos alimentos retenidos en galpones cuando los comedores no pueden cocinar para quienes lo necesitan es pensar en un goce en retener esa comida. Parece mentira que el corazón del hombre pueda tener esa maldad, pero estamos frente a los hechos”.

Un motivo de lo que está sucediendo, dice el sacerdote, podría ser la acumulación de poder a cualquier costo. El tema es mostrar quién decide.

Otro motivo sería distinguirse de los gobiernos anteriores. El gobierno necesita seguir teniendo respaldo del pueblo y una forma es demonizar lo público, la asistencia social como signo de corrupción.

“Mi sensación es que Milei es un gerente del poder fáctico, real. En estos cinco meses hay algunos, en realidad los mismos de siempre que han hecho grandes negocios”, dice Blanco.

Como otros países de Latinoamérica, pareciera que el debate es pensar en un país plural, en beneficio del pueblo o “para unas pocas familias que se reparten el botín”. “Detrás de esto están los grandes intereses del poder real”, agrega el sacerdote.

La pregunta es: si la iglesia interpela a la política, marca la cancha; por qué no lo puede hacer con nombre y apellido a quién llama el “poder real”.

Aclara Blanco: “Quizás sea nuestro pecado como Iglesia es no nombrar a los que de verdad se enriquecen” y explica que como en todos los terrenos, el poder real contribuye con “su limosna” en algunas obras que realiza el clero.

“Pero es verdad, no terminamos de nombrar a estos dueños de la Argentina” y argumenta que otro motivo es evitar una escalada de violencia mayor.

“El poder real cuando tiene que violentar no mide”, “La sangre siempre la pone el pueblo y ahí hay que calcular hasta dónde se quiere llegar y ser cautos”, finaliza Blanco.

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Ignacio Blanco, sacerdote de la Parroquia Santa María en la Diócesis de Quilmes