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Duro de Callar conversó con Andrés Malamud, politólogo, investigador en el Instituto de Ciencias Sociales en la Universidad de Lisboa, Portugal.

El investigador hace referencia al movimiento de Javier Milei con relación a la política exterior como “acorde a los tiempos”. “Lo que estamos viendo en el mundo es una globalización desacoplada, segmentada”.

Se refiere a la fluida relación que el presidente mantiene con China y Estados Unidos y la necesidad de la no enemistad con ninguno de estos países.

Si bien Milei tiene un claro alineamiento ideológico con Trump, no desaprovecha la oportunidad de aliarse comercialmente con China. Una “cuestión de pragmatismo”, dice el politólogo.

China no está interesada en una conquista geopolítica, pero sí avanza en geoeconomía. Lo que le interesa al país asiático es seguir creciendo comercialmente y para esto necesitan insumos, sobre todo en energía y alimentos. De ambas cosas tienen, pero son 1.400 millones de personas. Se abastecen principalmente de toda América, desde Colombia para abajo y lo único que necesitan según el entrevistado, es “dinero” y menciona la presencia que en estos momentos tiene China en nuestro país.

Existen algunas bases de observación del espacio profundo, extracción de minerales como el litio, exportación de soja para alimentación de cerdos – principal consumo de sus habitantes. La soja además la exportan de Brasil y Estados Unidos.

Si Estados Unidos agregara mayores aranceles, esto posiblemente haría que China tome represalias, deje de comprarles soja y esta medida beneficiaría a nuestro país.

“El proteccionismo de Trump va a ser malo para Argentina porque genera inflación, pero tal vez sea bueno porque desvía comercio y obtenemos acuerdos que hasta ahora iban para otro lado”, analiza Malamud.

La imagen de Milei

“Hay un discurso de ridiculización sobre Milei que se termina cuando gana Trump”, aclara el especialista.

A partir de la victoria y el discurso de Trump parece haber quedan claras dos cuestiones. Milei es tomado en serio y no nos aísla del mundo, “nos alinea con los dos carriles, Estados Unidos y China”. Y agrega:

“Si se habla con los dueños del poder que son los grandes jefes de Estado y los grandes empresarios tecnológicos, esos no se lo toman en broma”.

También dice que hubo grandes jefes de Estado que fueron vistos como payasos a lo largo del tiempo como el mismo Donald Trump a quien hoy nadie cataloga como un hazme reír o Boris Johnson, el alcalde de Londres quien liderara el Brexit.

“A Milei lo toman en serio por su vanguardismo”.

“Ve cosas que Trump no había visto en su primer mandato como las alianzas con las Big TEC”.

Es cierto que el futuro presidente estadounidense no tuvo en su primer gobierno un acercamiento como ahora con Elon Musk.

“Eso es algo que Milei vio antes que otros. En parte porque tiene una afinidad generacional. No es joven pero actúa como joven, la gente lo ve como joven y vio ese mundo que se está formado en el cual las redes digitales no solamente construyen su propio mercado sino construyen su electorado”.

Se refiere a los varones jóvenes que piensan y actúan diferente que el resto de la población y esa sería la base electoral de Milei, Trump, Bolsonaro y de la gente que forma parte de esa “familia internacional”.

“Milei es un apostador de riesgo como lo fue Perón”.

“Perón apostó todo a la energía disruptiva del Siglo XX, la nuclear, pero no consiguió desarrollarla como estaba previsto”.

“Milei apuesta todo a la energía disruptiva del Siglo XXI, a la Inteligencia Artificial”.

Si consigue que vengan las grandes empresas tecnológicas e inviertan en la Patagonia, entonces Argentina tendría un gran futuro en el mercado de la tecnología. La realidad indica que no es muy probable que esto suceda, ya que Trump intenta hacer lo mismo en su país.

Dice el politólogo que Trump y Musk están buscando que haya alguna relocalización de Silicon Valley y que estarían ofreciendo Texas y Florida como posibles lugares de desarrollo.

Cambio de rumbo

“En 8 meses de gestión, Milei ha alterado su percepción y sus políticas. Está más pragmático”.

“Algunos podrían decir que ha traicionado porque se junta con comunistas”, dice Malamud.

Lo cierto es que al comienzo de su mandato Javier Milei no tenía ninguna intención siquiera de comunicación con China y hoy acepta a los asiáticos como socios comerciales.

La apuesta fuerte del presidente está en la nueva tecnología, pero quienes la manejan son Estados Unidos, Israel y China y es difícil que estos grandes se lo permitan.

“Esta es la contradicción en su política exterior; no es que nos aisle del mundo. Nos alinea con aquellos que quieren lo mismo que nosotros”.

El presidente estaría apostando a que el capital tecnológico se vaya de los países que lo regulan y venga a nuestro país donde no está regulado el sector, pero si le sale mal, “se queda sin el pan y sin la torta”.

Sin la alianza con los países que necesitan protegerse de los poderosos y sin el capital que se quedan los países poderosos.

“Es una apuesta de alto riesgo. Lo más probable es que salga mal, pero tiene una chance y es a lo que está apostando”.

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Andrés Malamud, polítologo, investigador en el Instituto de Cs Sociales en la Univ de Lisboa