Las recientes denuncias realizadas por la Agencia Federal de Inteligencia confirman las prácticas delictivas y antidemocráticas que se ejercieron durante la gestión de Cambiemos impulsadas por la máxima autoridad del país, el expresidente Mauricio Macri. Espiaba a todos: propios y ajenos. ¿Cómo se explica semejante trasgresión? Mirá la editorial de Tomás Méndez.

Los servicios de inteligencia son herramientas necesarias de cualquier estado soberano. Se utilizan con fines exclusivamente relacionados a intereses del estado nacional y jamás en favor de ninguna persona en particular o para conservar poder político.

Por eso existe y se habla de la diferencia entre inteligencia y espionaje. El espionaje es una práctica delictiva que atenta seriamente contra la institucionalidad republicana y democrática de un estado. Cuando se espía desaparecen las libertades individuales porque se espía para controlar, para extorsionar y someter. El espía es un déspota.

Durante el gobierno de Mauricio Macri se practicó el espionaje. Y se lo hizo, peor aún, con el aparato del estado. Esto quiere decir que no existían límites: tenía a su disposición los recursos y la decisión política más poderosa de todas, la del presidente.

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No debería llamarnos la atención. Asumió la presidencia en 2015 estando procesado por escuchas ilegales en la Ciudad de Buenos Aires, procesamiento que no demoró mucho en sacarse de encima gracias a funcionarios judiciales corruptos.

Se podría decir con total certeza que para Mauricio Macri espiar era una forma de gobernar y conservar el poder. Sin embargo, también están los datos que salieron a la luz durante los últimos días con las denuncias de la Agencia Federal de Inteligencia y que pueden redirigir la hipótesis: Macri espiraba también a los propios.

El expresidente espiaba a funcionarios suyos, ¿por qué? La necesidad compulsiva de querer saber todo de todos descubre un rasgo de personalidad: la inseguridad.

Personajes cercanos a la figura del expresidente lo comentaban en voz baja todo el tiempo: Mauricio Macri es inseguro. Por eso espiaba hasta a quienes tenía a su lado, como Mario Negri o Laura Alonso.

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¿Se podría explicar el futuro de un país entero por la psicología individual de su máximo representante? No sería la primera vez que se intentara hacerlo. Al fin y al cabo, quien decide es él.

Otro episodio de gran vulnerabilidad personal quedó descubierto en la conferencia de prensa que dio luego de la derrota de las PASO en 2019, cuando responsabilizó al electorado por haber ejercido el derecho ciudadano.

Más allá de la probable bronca por la impotencia que generaban las declaraciones, la situación inspiraba también una profunda pena por alguien que se expresaba totalmente desbordado. El problema es que esa persona era todavía el presidente de la Nación argentina.

De esta manera, las decisiones de alguien incapaz de confiar en nadie fueron las que minaron la institucionalidad del país. A la vez que los servicios de inteligencia se utilizaban para la persecución política de los opositores, también se usaban para mantener controlados y sometidos a los propios.

Habría que reformular el dicho popular “más peligroso que mono con navaja” y cambiarlo por “más peligroso que inseguro con banda presidencial”.