El distrito más apurado por imponer la presencialidad es el que desde hace 10 años reduce sistemáticamente el presupuesto en Educación. Al mismo tiempo, aumenta el gasto en publicidad. Significa que cada vez hay más dinero puesto en decir que la educación es importante, pero menos dinero en financiarla.

Nuevamente, la derecha argentina marca la agenda que más cómoda la queda y presiona sobre esa agenda autoimpuesta.

A fuerza del bombardeo mediático y algunas marchas con consignas difusas se impusieron las reaperturas de actividades durante el pico de casos allá por septiembre, con la Ciudad de Buenos Aires a la cabeza.

De esta misma manera probablemente también se imponga el retorno a las clases presenciales.

Ayer, con el mismo motivo y dentro de la misma estrategia de presión a un gobierno nacional que permanece aletargado, Patricia Bullrich publicó en Twitter una comparación entre el Japón de la posguerra y la Argentina actual.

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Como si las circunstancias que imponen dos explosiones nucleares fueran comparables a las de una pandemia, la presidenta del PRO se sumó al reclamo de moda por la educación argumentando que es la herramienta para construir el progreso.

No es que eso no sea cierto, es que la derecha argentina jamás se interesó por la educación como una herramienta transformadora.

Hasta hace apenas 2 meses, la capacidad de generar conciencia era tildada de militancia política.

Para la ministra de Educación porteña, Soledad Acuña, las escuelas son cada vez más centros ideologizantes en manos de personas de bajos recursos sin capital cultural. Patricia Bullrich respaldó fuertemente los dichos discriminatorios de la ministra.

El pasado gobierno nacional de Cambiemos desarticuló el plan Conectar Igualdad, desfinanció escuelas y universidades, mientas que la gestión de Rodríguez Larreta buscaba cerrar escuelas nocturnas. Por aquel entonces la educación no era tan importante.

Sin embargo, el jefe de gobierno porteño anunció el retorno a las aulas a partir del 17 de febrero.

El distrito más apurado por imponer la presencialidad es el que desde hace 10 años reduce sistemáticamente el presupuesto en Educación. Al mismo tiempo, aumenta el gasto en publicidad. Se espera que, en medio de un año electoral, ese gasto sea todavía más exagerado.

Las escuelas de Larreta y Bullrich

Porcentaje de gasto en Educación de CABA.

De hecho, los anuncios de la vuelta a las escuelas fueron hechos en las redes sociales con producciones que seguro cuestan varios de millones de pesos al mes.

Esto es todo un signo de nuestro tiempo y, en particular, de la forma de hacer política. Significa que cada vez hay más dinero puesto en decir que la educación es importante, pero menos dinero en promoverla.

Es así cómo la derecha argentina, históricamente vinculada al poder económico y a los medios hegemónicos, logra instalar una agenda en la que parece defender valores que jamás apoyó y no apoyará en sus acciones.