Ante la situación frustrante de una derecha vestida de democrática, que cuando es gobierno arrasa con todos los derechos, y cuando es oposición bloquea todo intento de corregir las desigualdades, la misión del gobierno y de los sectores progresistas es buscar alternativas. Pero nunca esa alternativa podrá ser por la vía de las armas. La explosiva frase de Raúl Rizzo que necesariamente hay que interpretar.

No hay duda que la situación actual genera frustración. Porque no valen los consensos ni las buenas intenciones. Porque los errores propios se pagan al mil porciento y los ajenos se barren bajo la alfombra mediática. Porque las iniciativas destinadas a tratar de enderezar aunque sea un poquito la cancha que nos dejó la derecha en Argentina, son en el acto tildadas de comunismo, aunque sean las mismas iniciativas que están tomando países tradicionalmente capitalistas.

Entonces te frustra. Te jode. Te seca. Porque ves que el poder real no está en lo que dijeron las urnas de forma abrumadora, sino que sigue estando en los privilegiados de siempre. En los de afuera que nos quieren comprar y en los de adentro que nos quieren vender.

Sobre ese tema los escuché hablar muy enjundiosos al actor Raúl Rizzo, cuando lo tuvimos como invitado en Duro de Callar. Ahí Rizzo definió a los dirigentes de la derecha argentina como “porteros de lujo”, y me pareció muy interesante la metáfora.

“Esos políticos de la oposición, como Milei, son meros porteros de lujo. Son como esos porteros de los edificios, muy bien vestidos, que te preguntan: ‘¿adónde va?’ con una cosa de autoridad. Pero esa gente responde a un discurso que está más arriba”, dijo el actor. Le preguntamos si consideraba que Milei era empleado de la Embajada. “Es empleado de la Embajada. Es empleado de los grupos de económicos”.

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Por eso Rizzo decía, y en esto coincido, que lo primero que hay que hacer es “establecer dónde está el poder”. En ese marco descartaba que el poder real esté en el actual gobierno, al que definió como “un mero gestionador que trata que trata dentro de lo posible y dentro de las posibilidades”.

El actor está convencido de que el poder no está en el gobierno sino en los grupos concentrados, que son dueños de comunicación entre otras cosas, “y por esos medios de comunicación le hace un lavaje del cerebro a la gente”. Dijo además que usan el lawfare, la justicia y “todo lo que tienen a mano”, para ejercer ese poder.

Dijo también que éste es un país muy desigual, y vuelvo a estar de acuerdo, señalando que esto es así porque “la pobreza es estructural al capitalismo”, y porque “el capitalismo como sistema no puede existir si no hay pobreza y si no hay corrupción”. Seguimos coincidiendo.

Pero acá vino el problema. Porque le preguntamos, en ese marco, qué debería hacer el gobierno, porque con quedarse de brazos cruzados, lamentándose, no sirve para nada.

Entonces Rizzo sorprendió con esta respuesta:

- Hay que hacer una revolución armada para terminar con eso.

- ¿Cómo?

- Una revolución armada tiene que hacer el gobierno, porque el poder, tanto militar como mediático como económico, lo tiene los otros.

Acá, me temo, estimado Raúl Rizzo, que tengo que hacer una pausa. Porque entiendo perfectamente el diagnóstico y el panorama que se avecina. Pero de ninguna manera podemos compartir la idea de una revolución armada.

Yo sé que como sociedad estamos atados de manos. El pueblo votó una cosa, pero los grupos concentrados siguen mandando y siguen haciendo lo que quieran. Bloquean todo lo que no les conviene y presionan para que se aprueben las cosas que sólo los benefician a ellos y perjudican al resto. Si no, mirá el tema del campo.

Pero la vía de la revolución armada es un camino que ya se transitó, y con horrorosos resultados. Porque pedirle a un gobierno que haga una revolución armada es instar para que haya un autogolpe. Como el que hizo Alberto Fujimori en los 90 en Perú, que cerró el Congreso y se arrogó atribuciones que el voto no le había dado. O más atrás, como hizo Juan María Bordaberry en Uruguay.

No, Rizzo. No dudo de tu buena voluntad. Pero no estamos para eso.

Revolución, sí. Porque si seguimos transitando los caminos de esta democracia intoxicada y pervertida por la derecha, no vamos a obtener más que nuevas penurias y decepciones.

Pero ARMADA, no. Definitivamente, no.