Grecia enfrentó en 2015 un dilema muy similar al que hoy desafía a nuestro país: aceptar un nuevo acuerdo con el FMI a cambio de fuertes ajustes, o desafiar ese orden e intentar una alternativa. El pueblo votó por lo primero, pero el gobierno le dio la espalda. Hoy Grecia debe más del doble de su PBI anual, y deberá pagar vencimientos hasta 2062. Mientras tanto, su población está entre las más empobrecidas de Europa.

El escenario era similar: “O arreglar con el Fondo, o retornar casi a una época medieval”. En el año 2015, el pueblo de Grecia, cuna de la civilización Occidental, se debatió en algo parecido a un "dilema del prisionero", donde parecía que todas las opciones eran malas, y donde se eligió la más onerosa para el pueblo.

Te hago un breve resumen de cómo fue la historia. En ese año, el país se enfrentaba a una de sus recurrentes crisis de deuda. Ya había refinanciado en dos ocasiones con el FMI, el Banco Central Europeo y la Unión Europea, lo que la política le llamaba "la troika".

Pero los programas de ajuste y los inalcanzables objetivos no se lograban cumplir. Grecia no llegaba. No cumplía, por más que le apretara el cinturón a su población.

Entonces la llamada troika propuso un acuerdo para una nueva refinanciación y un tercer programa. Ajustar sobre lo ajustado. Pedirle esfuerzo a los empobrecidos.

Gobernaba en ese entonces el partido Zyriza, con su líder Alexis Tsipras, desplegando un programa de gobierno de centroizquierda (vamos a decirle así…).

Presionado por el FMI y sus aliados, debiéndose enfrentar al ideario con el que había sido electo, Tsipras propone un referéndum para que fueran los griegos los que acepten estas medidas. Pero el pueblo concurrió a votar masivamente el 5 de julio de 2015, y más del 60% del electorado se pronunció en contra. Dicen que Tsipras no se lo esperaba.

Sólo diez días más tarde, el 15 de julio, el primer ministro firmaba la total aceptación de las medidas de ajuste propuestas por la troika y traicionaba abiertamente a los votantes y a su pueblo. Lo que vino luego para Grecia no sorprendió a nadie.

ADIÓS SOBERANÍA

"Desde 2009 habíamos perdido nuestra soberanía. Todos los meses teníamos una auditoría de 4 ó 5 días en cada uno de los ministerios, con un gobierno paralelo de la troika, con expertos economistas que revisaban constantemente los números y los planes". El que responde es Kostas Isijos, exministro de defensa del gobierno de Tsipras.

Fue uno de los que renunció cuando el primer ministro se dio vuelta.

En diálogo con el programa Duro de Domar, Isijos fue muy cauto en trazar paralelismos absolutos entre lo que pasó en Grecia y el escenario de Argentina. Pero sus respuestas y ejemplos resultaron elocuentes.

"Ya veníamos de una época de ajustes, con reducciones del 50% en salarios y jubilaciones. Un nuevo recorte sería un shock tremendo para la economía griega, en un país ya empobrecido por las deudas", contó.

Tras esa primera paralela, surgió la segunda. "Eso sin si quiera hablar de cómo fue que se construyeron esas deudas; cuáles eran verdaderas y cuáles falsas. Más allá de todo eso, se llevó a cabo casi un genocidio económico contra la sociedad", señaló.

-Más o menos como está sucediendo en Argentina...

-No puedo opinar sobre Argentina porque ya no vivo ahí. Pero quiero señalar que las recetas del FMI, que es un instrumento clave de la estrategia geopolítca de EEUU a nivel mundial, son recetas muy parecidas de un país a otro. Muy paralelas. Y siempre se acomodan a la realidad socioeconómica de cada nación.

Isijos describe el escenario con el cual se llegó al plebiscito en el cual el pueblo se expresaría sobre si se avenía o no a los recortes impuestos por el FMI y compañía. "Fue un tiempo de un terror mediático increíble, con intervención directa de la embajada de EEUU y de Alemania. Decían que si se votaba rechazando el ajuste, el pueblo se iba a morir de hambre, que no había alternativas, que íbamos a volver a una época medieval, sin combustibles, sin comida, sin medicinas", cuenta el exfuncionario, todavía sorprendido por la entereza del pueblo griego para votar en contra. “Nosotros sabíamos que había otra alternativa, que se podía buscar otro camino por fuera del ajuste, pero se decidió de espaldas al pueblo”, recuerda.

Pero Tsipras no tuvo la entereza para seguir lo que les había ordenado el pueblo, y así fue como finalmente le pusieron la firma al nuevo acuerdo de ajustes. "Ahora Grecia está obligada a seguir pagando cuotas de su deuda hasta 2062, después de tres ajustes y siete préstamos del FMI y la troika", cuenta quien fue uno de los seis ministros que renunciaron al firmarse el acuerdo. “No podíamos aceptar esta política contraria al futuro y al presente de nuestro pueblo”, recordó.

CON LA OTAN ADENTRO

Parte de ese sometimiento de la patria de Aristóteles fue, por ejemplo, embargar los ingresos de sus museos históricos. Con 25 millones de turistas que la visitan por año, esta potencia turística tuvo que entregar una de sus más preciadas fuentes de ingresos. "Menos mal que no se animaron a tocar la Acrópolis y el Partenón", bromea con amargura, sabiendo no obstante que no fue esa la consecuencia más gravosa de aquel acuerdo.

"El tercer ajuste no solo trajo aparejado un bajo nivel de vida para nuestra población, sino que nos generó complicaciones geopolíticas a todo el país". En ese sentido, señala que al estar Grecia muy cerca de sectores "calientes" de la geografía, como Libia, Irán, Irak, Rusia, Ucrania, entre otros, esto la hace pasible "de incursiones norteamericanas y de presencia militar", que de otro modo no estarían allí.

Da como ejemplo la base militar de Creta, donde hay capacidad de realizar lanzamientos hasta China. O la de Alexandrópolis, a pocos kilómetros del Mar Negro, hoy una ubicación estratégica en el marco del conflicto entre Rusia y Ucrania.

"Tenemos presencia de la fuerza naval de Estados Unidos, con un gran número de buques de guerra. Esta presencia se está multiplicando y ha girado muchísimo lo que era la política exterior del país, que tendría que ser de neutralidad y de paz para la región. Desgraciadamente, Grecia está perdiendo su soberanía y hoy forma parte de la OTAN, un organismo muy peligroso que ha cometido crímenes contra la humanidad en Irak, en Libia y en Yugoslavia", analizó.

UN CENTRO A LA DERECHA

Fronteras adentro, las consecuencias han sido terribles. Según señala el exparlamentario y exministro, más de medio millón de jóvenes han decidido emigrar, en una población de 11 millones de habitantes. Las jubilaciones en Grecia oscilan entre 300 y 500 euros, y están entre las más bajas de Europa. Esa cifra, según Isijos, "alcanza para cubrir el 45 por ciento de la canasta básica de un jubilado".

En lo político, Zyriza, el partido de Tsipras, no logró sobrevivir a las elecciones de 2019, donde fue claramente derrotado por el derechista Kyriakos Mitsotakis, líder del partido Nueva Democracia. No hubo ajuste ni acuerdo con el Fondo que lo salvara.

El actual gobierno de derecha no hizo otra cosa que profundizar el ajuste. Llenó el gabinete con personalidades del movimiento neofascista, avanzó con una salvaje reforma laboral, que facilita los despidos sin causa, restringe los derechos de huelga y suprime los derechos colectivos. Además endureció la política migratoria y privatizó de manera brutal los bienes estatales.

El camino que emprendió Grecia en 2015, de espaldas a lo que exigían sus votantes, hoy está desembocando en una situación aún peor que las que se vaticinaban al momento del referéndum. Su deuda es del 206% de su PIB, y en ingreso per cápita, se sitúa en el escalón 22 entre los 27 países europeos.

Todo eso, en un mundo cada vez más desafiante.

En este enlace, podés escuchar la entrevista completa con Kosta Isijos

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