Patricia Bullrich había gestionado como ministra de seguridad la compra de cuatro lanchas israelíes que se utilizarían para la lucha contra el narcotráfico. Las embarcaciones no sirven, porque no están preparadas. Con el dinero gastado, se hubieran fabricado 10 naves aptas para el patrullaje fronterizo. La Justicia no investigó el caso.

Las embarcaciones que compró Patricia Bullrich para, supuestamente, combatir el narcotráfico están paradas, escondidas y sin uso.

La ahora ex ministra de seguridad de la Nación había asegurado que esas lanchas iban a ser utilizadas por la Prefectura Naval Argentina para patrullar los ríos Paraná, Paraguay y Uruguay, con el fin de bloquear el tráfico de marihuana desde países limítrofes.

Se trata de cuatro lanchas Shaldag MKII de fabricación israelí, diseñadas para combates en situación de guerra, pero en zona marítima. Tienen 25,5 metros de eslora (largo), 6 de manga (ancho) y 1 de calado (alto).

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Su desplazamiento es de 58 toneladas y pueden navegar a una velocidad máxima de 48 nudos (90 kilómetros por hora) y a una velocidad crucero económica de entre 12 y 20 nudos.

El costo de estas naves fue de US$50.000.000 y sólo patrullaron unos meses los ríos, porque su costo de mantenimiento es extremadamente elevado.

La compra, no fue autorizada por ley y tampoco contó con una evaluación del Congreso.

La compra de estas unidades fue muy criticada en 2016, principalmente por los fabricantes de embarcaciones en nuestro país.

En aquel entonces, Enrique Godoy, Presidente de Tecnopesca Argentina y vocal titular de la Federación de Industria Naval Argentina, afirmó que en nuestro país esas embarcaciones “se las puede fabricar sin problemas en  un período no superior 18 meses”, y que “el costo total de cada nave equipada no debe llegar ni a la mitad de lo que se pagó a Israel”.

Lo llamativo es que estas unidades no sirven para la navegación de los ríos, por su calado, velocidad y tamaño. Además, se trata de material de descarte que ya estaba en desuso en aquel país.

Pero, sobre todo, porque está equipado con un cañón de 25 mm que cuenta un sistema de control de fuego Typhoon, un cañón Oerlikon de 20 mm con controlados en proa y popa, dos ametralladoras 12,7 mm, que las convierte en unidades altamente letales.

En otros términos, el uso de estos elementos podría poner en riesgo la vida terceros, ya que los disparos podrían llegar a poblaciones cernadas al río y, por otra parte, también podría generarse inconvenientes ante ataques a sospechosos.

Ante estas situaciones se retiraron estas unidades. Quedaron almacenadas en el Centro Operativo de la ciudad de Posadas. No se volvieron a usar.

Es evidente que la maniobra de compra de material inadecuado -y obsoleto- fue un negociado de Bullrich.