La política está tan metida en sus internas que no registra lo que ocurre en las calles. Hace tiempo que está lejos de la gente y sus problemas. Se preocupan por las elecciones, para las que faltan más de 2 años, y no por resolver las cuestiones que aquejan a la ciudadanía como la inflación o la inseguridad. Estamos en una crisis de representatividad y la gente lo expresa a través del hartazgo y la desconfianza en la política como instrumento para transformar la realidad.