El espionaje fue el método sobre el cual la derecha argentina construyó poder y dominó las voluntades. El caso de Florencia Coccuci es indignante. La acusaron de ser integrante del ISIS y de estar planeando un atentado en España y en Francia. Con esa excusa la espiaron durante dos meses. La querían tener controlada. Pero además usaron esa causa para pinchar las comunicaciones entre CFK y Parrilli. ¿Adónde terminaron esas escuchas? Vos ya lo sabés.

El escándalo mundial por el uso de Pegasus recién empieza. Estalla en Francia, estalla en México, estalla en Dubai, estalla en Argentina. Y vos y yo nos preguntamos por qué.

Estalla porque este poderoso software que se te mete en el celu y se termina apoderando de tu vida, sin si quiera necesidad de que vos le des click a un enlace, se ha convertido en la herramienta favorita de los poderes de la derecha internacional y argentina para imponer su voluntad.

Espiar para saber. Saber para extorsionar. Extorsionar para que la víctima haga o deje de hacer algo en contra de su voluntad. O sea, espiar para dominar. ¿Se entiende, no?

De eso sabemos muy bien los argentinos, porque nos acabamos de sacar de encima un gobierno que se basó en eso, en el espionaje ilegal como sistema para construir poder y destruir a sus enemigos. No lo lograron, pero tampoco se rindieron.

No te voy a hablar acá de la AFI, ni del Grupo Mario Bross, ni de la mesa judicial, ni de Arribas y Majdalani, ni de Marcelo Dalessio ni de Daniel Santoro. Podríamos hablar horas, pero no es el punto.

Hoy te quiero contar cómo estos tipos se ensañaron con una jovencita. Una piba, una modelo, cuyo único pecado fue su laburo y también ser fugaz pareja del malogrado fiscal Alberto Nisman. 

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Estoy hablando de Florencia Coccuci. No me voy a meter con su laburo, ni con su moral, ni con su medio de vida. No nos interesa ni nos corresponde.

Con lo que sí me voy a meter es con el espionaje del que fue víctima. Necesitaban tenerla controlada. Necesitaban conocer de su vida. Necesitaban también que no hablara, para así seguir manteniendo viva la causa por la muerte de Nisman.

Florencia Coccuci formaba parte de un staff de modelos de alta gama, que con frecuencia iban a los vips de boliches muy renombrados, y ahí conocían a personalidades. Como Nisman.

De hecho, Coccuci es una de las chicas sonrientes que aparecen en una foto con Nisman y otras compañeras, donde parecen bromear con consoladores, objetos fálicos, vinchitas y guirnaldas. Nada de eso es delito, hasta donde yo sé.

La cuestión es que el nombre de Florencia surgió con fuerza por el viaje a Mexico que hizo acompañando a Nisman, meses antes de que fuera hallado muerto en su departamento de Puerto Madero.

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El tema es que, a partir de ese momento, Florencia Cocucci pasó a convertirse en peligrosa. Porque podía hablar. Y entonces, a poco de asumir Macri y de meter todo su equipo de rufianes en la AFI, comienzan a seguirla. Y a hacerle inteligencia.

¿Con qué excusa? Atendé esto. Una alta autoridad de la AFI, Hernán Martiré Palacios, le escribió al juez de instrucción advirtiéndole de que contaban con información de que un grupo yihadista del ISIS estaría planeando un atentado en España y en Francia, y que Coccuci sería una de sus integrantes en Argentina.

No, no es joda lo que te estoy diciendo. La acusaban a Coccuci de ser integrante del ISIS. Y con esa excusa le pincharon el teléfono y le comenzaron a hacer seguimiento.

Los resultados fueron patéticos. Las escuchas incluyeron conversaciones sobre recetas de pastelitos, compras de milanesas, recomendaciones sobre como tender la ropa. Pero del ISIS, absolutamente nada.

¿Entonces fue fracaso? Todo lo contrario. Obviamente no buscaban conexiones con el ISIS. Buscaban otra cosa. Buscaban controlar a esta chica. Que no se les saliera de libreto.

Por eso también le mandaron varias veces a la Policía Federal y a la Bonaerense a su casa en Mar del Plata. Por eso también la amenazaron y la extorsionaban. Esta chica vivió su propio calvario.

Y lo más insólito es que también en el marco de esa causa que se abrió con la absurda excusa de buscar en Coccuci una célula del ISIS, es que obtuvieron la autorización para pinchar el teléfono de Oscar Parrilli.

¿Y qué se obtiene de esa nueva pinchadura? No se obtienen datos ni rastros sobre conexiones con el ISIS ni con ningún grupo yihadista, pero sí las charlas entre Parrilli y Cristina Fernández de Kirchner donde lo trata de "pelotudo". ¿Te acordás?

Así es como a partir de estas escuchas ilegales pero legalizadas por los pícaros de la AFI, no sólo terminan controlando a Coccuci para que no se les saliera de libreto, sino que también se armaron una carpetita interesante con las conversaciones entre Parrilli y CFK.

Ajá, muy bien. ¿Y dónde terminan esas conversaciones? ¿Quién las pasó por televisión?

¿Luis Majul? Sí, Luis Majul.

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Está clara la estafa. El fin de pincharle el teléfono a Coccuci y la banda de terroristas gauchos del ISIS era tener las conversaciones entre Parrilli y Cristina.

Para eso hicieron las escuchas, y para eso también se han quedado con el software del Pegasus, que permite adueñarse de tu teléfono sin que vos sepas y sin que les haga falta ninguna orden ni autorización judicial.

¿Hay alguna denuncia del actual gobierno por el robo de ese programa que costó millones?

Yo no conozco ninguna. Pero el Pegasus no aparece.