Una reforma laboral generaría mejores condiciones para crear trabajo y favorecer el desarrollo económico del país, decía la derecha. Finalmente, esa flexibilización laboral no necesitó una ley del Congreso porque los empresarios la pusieron a funcionar de hecho, sin que el gobierno intete hacer mucho al respecto. Y no mintieron: es cierto que cayó el desempleo, pero los trabajos que trajo la flexibilización no alcanzan ni para ser indigentes. Mirá el editorial de Tomás Méndez.