En el programa PPT Box, Jorge Lanata abordó el crimen de Fabián Gutiérrez, ex secretario privado de Cristina Fernández de Kirchner. Al igual que la línea editorial a la que responde, se intentó vincular el crimen con motivos políticos. Aun confesando que carece de pruebas, expresó que para él se trata de un hecho vinculado a la corrupción. Los asesinos estaban en busca del “Tesoro K”. Mirá el video.

Se dice que los medios de comunicación son el cuarto poder. Entre otras cosas, tienen la posibilidad de instalar temas de discusión en la agenda mediática, de visibilizar, y también de formar opinión.

Lo que se dice en un medio debe ser pensado con responsabilidad. No es el caso de Jorge Lanata, que a pesar de no tener pruebas se siente en condiciones de dar opiniones que no son en absoluto inocentes.

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No es que para todo lo que uno diga debe presentar pruebas absolutas, pero sí al menos cuando se trata de cuestiones sensibles o cuya repercusión podría ser grave.

El hecho de que, a pesar de confesarlo, no tenga pruebas para vincular un hecho policial con corrupción política y un supuesto “Tesoro K”, no lo exime de la facultad que tiene como formador de opinión, sobre todo tratándose de un profesional con una trayectoria como la suya.

Y a eso Lanata lo sabe. Sabe todo esto perfectamente y también sabe que su opinión no es cualquiera y que no pasará inadvertida frente a los millones de personas que escucharán su hipótesis infundamentada.

Aun así, se anima y suelta las palabras. ¿Por qué, entonces? ¿Qué motivo podría tener un periodista para no-informar? ¿Es militancia? ¿Son intereses personales? Será todo menos periodismo.