El titular de la Cámara de Supermercados y Autoservicios, Víctor Palpacelli, habló sobre la fuerte suba de precios en los derivados del maíz y el trigo. La especulación del sector productor argentino y la preocupación de los supermercadistas y vendedores por la baja en el consumo. Escuchá la entrevista.

Si al contexto inflacionario argentino le sumamos la guerra en Europa, el resultado es un escenario de incertidumbre que favorece la especulación.

“Cualquier cosa que pasa, cualquier gripe que está dando vuelta por ahí, en Argentina la pescamos”, se lamenta Víctor Palpacelli. El titular de la Cámara de Supermercados y Autoservicios usa la metáfora sanitaria para referirse a la facilidad con la que productores e intermediarios suben los precios. Quiere decir, con otras palabras, lo que todos los consumidores sentimos durante los últimos años: cualquier excusa está bien para aumentar.

Esta vez le llegó el turno a los cereales y los derivados. Los conflictos entre Rusia y Ucrania, ambos grandes exportadores de trigo y maíz, han hecho disparar los precios internacionales porque se ha visto afectada la oferta.

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A simple vista, eso no debería ser inconveniente en un país productor como el nuestro. Pero ya nos conocemos. Apenas se declaró la guerra, a miles de kilómetros cruzando el océano, varios molinos argentinos dejaron de entregar.

Según los relevamientos de Palpacelli, en los últimos 12 días el aumento en derivados como la harina fue de entre 25% y 30%.

“Nosotros venimos manifestando esta preocupación porque cada vez que movemos un precio dejamos de vender”, expresa Palpacelli y agrega: “cada vez se nos hace más difícil sostener nuestras estructuras de venta.

Ante esta situación, desde la Secretaría de Comercio Interior se puso en marcha un fideicomiso cerealero para los productores que incluye varios de los productos derivados.

De acuerdo al titular de la Cámara de Supermercados esto ayudó a bajar un poco los precios y a frenar el impulso alcista.

Sin embargo, esto es una situación que se ha vuelto costumbre en el día a día de los argentinos: aumentos por parte de los formadores de precios y acciones del Estado para amortiguar el impacto. Lo hemos visto reiteradas veces con el precio de la carne durante los últimos 4 años, por ejemplo.

Así las cosas, la pregunta fundamental permanece: ¿hasta cuándo seguiremos siendo rehenes de la especulación del sector productor que busca maximizar sus ganancias a costas del pueblo?