A pesar de que los números de la macroeconomía indiquen otra cosa, la inflación es un ancla en las economías domésticas y pone en jaque al consumo, aquello que el gobierno pretende incentivar como motor de la economía nacional.

Según, Miguel Calvete, titular del Instituto de Estudio de Consumo Masivo, hay que remontarse 25 años atrás para encontrar aumentos tan grandes como los que hubo durante el mes pasado y el corriente en las góndolas de los comercios de alimentos.

Esto se hizo notar directamente en las ventas con fuertes caídas y también con la acentuación en los cambios de hábito de consumo: se están consumiendo más productos de merienda y desayuno, un hábito que Calvete clasifica como “picoteo”.

Sin embargo, la caída en las ventas no es una novedad y Calvete explica que la tendencia se empezó a revertir a finales del último trimestre del año pasado, momento hasta el cual crecieron las ventas por razones estacionales.

Además, el comerciante asegura que, si bien no se puede hablar de desabastecimiento, sí existe una retracción en las entregas y la oferta de alrededor del 40%. Escuchá la nota.