Los precios de los alimentos no paran de subir. Solo en febrero, el aumento de la comida de los argentinos fue del 7,5%. Mientras tanto, el gobierno corre detrás de la inflación intentando frenar la escalada con herramientas de control de precios que se demuestran muy ineficientes. En un país que produce alimentos como el nuestro, semejantes aumentos sólo se puede deber a una sola cosa: especulación y abuso.