No, señores. Subir sueldos no afecta la economía. No, señores. Elevar el salario mínimo no desincentiva la inversión. No, señores. Mejorar la situación laboral de los asalariados no lleva a la bancarrota a ninguna empresa. Nosotros ya lo intuíamos. Pero ahora la ciencia lo demostró, y se llevó un Premio Nobel para los científicos que probaron estas verdades de manera empírica.

En Argentina, lo hicimos presidente. Hicimos presidente a un tipo que sin rodeo alguno y frente a las cámaras de televisión dijo, ampuloso: "Hay que bajar los costos, y los salarios son un costo más".

¿No te acordás? Acá lo tenés:

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Y cuando fue presidente cumplió con esa idea que traía. Porque sabía que el negocio suyo de sus amigotes, era bajar el costo laboral y extender sus ganancias. Entonces acá te lo volvía a decir, ya como presidente:

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El problema radica en que, en realidad, lo que hicimos presidente no fue a ese tipo, sino a esas ideas. Y ahí está el eje. Porque el hombre que sedujo a la mitad más uno de los argentinos para terminar cumpliendo su promesa de rebaja salarial, hoy ya es mirado con desdén por los mismos que le hicieron piecito o le tiraron la soga para que llegar hasta ahí.

La derecha, los de siempre, piden cambio. Sale Mauricio, entra... el que sea. Lo que quedan son las ideas.

¿Por qué te digo esto? Porque uno podría, desde la ideología, refutar plenamente esa afirmación temeraria. Pero también desde la ideología uno podría abrazarla. Como la abrazan hoy Milei, Bullrich, Espert, Larreta, o hasta el mismo Lousteau, con su proyecto para derogar las indemnizaciones laborales.

"Bajar el costo laboral", te repiten como mantra. Lo escuché en persona este domingo a Miguel Boggiano decir exactamente eso cuando lo invitamos a debatir en Duro de Callar, por Crónica.

Y lo vas a seguir escuchando, porque están en esa. Porque no les alcanza con el daño que nos hemos permitido los argentinos, que vimos pasivamente como nuestro salario promedio pasaba de 550 dólares a 215 en sólo 4 años de neolibralismo. Quieren más. Eso está en su esencia. Y lo peor: son realmente buenos a la hora de convencer a la gente para que apoye esas ideas. En eso los admiro.

PELEADOS CON LA CIENCIA

Pero en realidad te cuento esto porque desde hace diez días parece que la cuestión de los salarios ya no sería material ideológica, como hasta ahora podíamos entender, sino una cuestión algo más "científica", para decirle de modo correcto.

Porque aquella vieja disputa de regar a la economía por abajo, para que florezca hacia arriba, ya no estaría en el terreno de las utopías o de las militancias, sino que sería algo más cercano a una afirmación científica.

Tan científica, que el 12 de octubre, la Real Academia de las Ciencias de Suecia, el organismo que otorga todos los años el Premio Nobel, reconoció a tres economistas que con sus investigaciones empíricas sobre la economía laboral, lograron demostrar que aumentar salarios con intervención estatal, no destruye los puestos de trabajo sino que dinamiza la economía hacia arriba.

Los premiados fueron el canadiense David Card, al estadounidense-israelí Joshua Angrist y al neerlandés-estadounidense Guido Imbens.

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En el caso de David Card, lo que hizo fue estudiar los efectos que tuvieron las subas de salario mínimo en el estado de Nueva Jersey, en Estados Unidos, comparándolo con lo que fue su "grupo de control", el vecino estado de Pensilvania. La investigación fue realizada en 1992 e incluyó el seguimiento de 410 puntos de venta de comida rápida de uno y otro lado del límite interesatal.

¿A qué conclusiones llegaron? Simple: no sólo que no se destruyó empleo en el estado donde se subió el salario mínimo, sino que hasta se había dado una sensible "migración" de trabajadores, de un lado al otro.

Pero para desgracia de los muchachos de la derecha, no hubo cierre de establecimientos, no hubo caída de rentabilidad, ni tampoco de ventas ni de consumo, pese a que algunos comercios trasladaron a sus clientes el pequeño aumento que se vieron obligados a dar en los salarios. Y algo más: tampoco hubo desincentivo para la apertura de nuevos comercios en el estado donde los salarios fueron incrementados.

PAREN CON EL CHAMUYO

La teoría, demostrada en varios puntos del mundo por estos tres científicos, nos lleva a pensar en la veracidad de los discursos con los que nos martillan desde los medios hegemónicos, que ya lo sabemos, trabajan decididamente para los sectores concentrados. Y desde allí, bajan como "verdades reveladas" esta formulación pseudocientífica de que lo que hay que hacer es bajar impuestos a los empresarios y reducir derechos a los trabajadores.

La ciencia, ahora premiada y reconocida con un Nobel, hoy les demuestra en la cara que garantizar salarios mínimos dignos a través de procesos legales o negociaciones colectivas es fundamental para poner fin a la pobreza.

Hoy ese premio es un incentivo y un reconocimiento a los que están convencidos de que hay mucho margen para elevar la participación de los trabajadores en las ganancias, y que por esa vía es por donde se puede planificar y ejecutar la recuperación de nuestra economía, con empleos dignos, y con salario que al menos alcance para vivir.

Al fin y al cabo, no estamos pidiendo mucho.