Las inevitables caídas del consumo y la producción son dos de los problemas que se agravaron con la inesperada crisis mundial de coronavirus. A largo plazo significan el mayor desafío en el contexto de negociación de deuda e inercia inflacionaria. Mirá la entrevista a Matías Kulfas.

Durante las últimas dos semanas, gran parte de nuestros esfuerzos estuvieron puestos en el día a día, en las formas de adaptar nuestra vida cotidiana, en la mayor medida posible, a las exigencias del aislamiento.

La decisión en nuestro país de priorizar la salud por sobre la economía fue unánimemente acompañada. Es un falso debate que poco vale la pena sostener. Además, con aislamiento o sin aislamiento la economía se hubiera visto, y se verá, gravemente resentida. Más de lo que ya estaba. Esta crisis vino a cambiar todas las proyecciones para el próximo año, por lo menos.

Sin embargo, de a poco nos empezamos a preguntar por el futuro. El coronavirus no será el fin de la humanidad. Cuando esto pase habrá que seguir, cómo aún no sabemos, pero habrá que seguir. La confirmación de la prolongación de la cuarentena, que se anticipaba como inevitable, aumentó esta incertidumbre.

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Incluso, la decisión de decretar el aislamiento, y por lo tanto el cese de la producción en la mayoría de los sectores, no es del todo ajena a la economía. Pretende mitigar el alcance de los contagios, evitar una cuarentena desorganizada, como en Brasil en donde varias ciudades tomaron la decisión independientemente del poder nacional, y esperar una recuperación más rápida.

Las medidas del gobierno en materia de asistencia social y económicas apuntan a amortiguar y a solventar estos días de cuarentena. Son una ayuda significativa en un contexto de mucha vulnerabilidad, pero alcanzan poco al gran sector de los trabajadores informarles o autónomos que exceden apenas las categorías más bajas.

"Nuestra visión en este momento complicado es sostener, sostener todo lo que sea posible. Que no se frene esta rueda de consumo", Matías Kulfas.

El problema está más allá de la cuarentena porque no se espera que el consumo retome la lenta recuperación que estaba experimentando. ¿Quién comprará un auto, por ejemplo? ¿Quién comprará ropa? No son preocupaciones egoístas de clase privilegiadas, sino preguntas por la capacidad de subsistencia de sectores productivos que son fuente de numerosos puestos de trabajo.

Mirá la entrevista a Matías Kulfas

Sin ir más lejos, la industria metalmecánica en la Ciudad de Córdoba emplea aproximadamente a 10.000 trabajadores. ¿Qué pasará con una industria ya resentida si no se reactiva ese consumo? La situación es tanto más grave en cuanto la crisis no es única de nuestro país, sino mundial. La caída de la economía de Brasil, nuestro principal socio económico, seguramente impactará también en nuestra actividad.