El conductor de ADN PERIODISMO FEDERAL habló duramente sobre la contraproducente tradición argentina de ahorrar en otra moneda. Mirá la editorial.

Las clases acomodadas pueden comprar dólares para atesorar cuando el Estado dispone de esos dólares. El problema es que, como no es nuestra moneda, eso no siempre es así.

Los dólares ingresan al país de dos maneras: una es con exportaciones, la otra es a través de la adquisición de deuda externa.

El período macrista marcó un claro déficit en materia de exportaciones: durante 2017 y 2018 hubo un gran déficit en la balanza comercial. Esto quiere decir que exportábamos menos de lo que importábamos. No quedan dólares ahí.

Casi como si fuera un parche, el macrismo tomó la deuda más grande de la historia argentina y también de la historia del FMI. Ahora sí que había dólares para atesorar, pero eran todos de deuda.

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Sin emabargo, todo esto estaba destinado a durar muy poco tiempo porque sin controles estatales que regulen la situación las grandes corporaciones aprovechan a comprar dólares y llevarlos afuera. Esa es la historia de los más de U$D 80.000 millones de dólares que se fugaron durante el macrismo.

La fórmula fue: sacar el cepo, tomar deuda, retirarse de la regulación y volver a poner el cepo cuando ya todo estaba por estallar. Ahora que no hay más dólares hay que pagar esa fiesta de los grandes fugadores.